Rio Lagartos, el Paraíso de los Flamencos de Yucatán
Este invierno renueve sus lazos con la naturaleza visitando uno de los mejores lugares de Yucatán, la Reserva de la Biósfera de Río Lagartos. Sea testigo de una de sus maravillas naturales, miles de flamencos alimentándose en las marismas o emprendiendo el vuelo. Hay tantos de ellos que literalmente pintan el horizonte de rosa. Sin embargo, no sólo se trata de flamencos, los visitantes a la reserva en invierno también observarán parvadas de pelícanos blancos, patos, vadeadores, aves canoras e, incluso, halcones que migran al sur hasta Yucatán para escapar de las gélidas temperaturas del norte de los Estados Unidos y Canadá.
Un tesoro natural
Extendiéndose a lo largo de la costa norte de Yucatán, Río Lagartos es una reserva de la Biósfera de 60,348 hectáreas de manglares, humedales, dunas y selva tropical que atrae a los observadores de aves y a los amantes de la naturaleza. Fue la primera área de humedales en México en recibir la atención mundial y en ser incluida en la lista Ramsar de la UNESCO de humedales de importancia internacional y el gobierno federal la declaró reserva en 1979.
La diversidad biológica de la reserva es increíble, los científicos han identificado 365 especies de aves, 58 mamíferos, incluyendo el jaguar y el mono araña, el prehistórico cangrejo cacerola, 95 reptiles y anfibios, incluyendo cuatro especies de tortugas marinas y el cocodrilo o lagarto que le da nombre a la reserva.
Rosa elegante
Río Lagartos es un refugio para la colonia de anidación más grande de América del Norte del flamenco del Caribe (Phoenicopterus ruber). Los verá por donde sea que voltee, caminando erguidas en las partes bajas en busca de alimento, acicalando su brillante plumaje o levantando el vuelo. Parvadas de estas llamativas aves se dispersan desde la reserva para alimentarse en lagunas que se ubican a lo largo de la costa desde El Cuyo a Dzilam Bravo, Telchac, Uaymitún y Chabihau y una segunda colonia habita la Reserva de la Biósfera de Celestún, en la costa oeste de la península de Yucatán.
Los flamencos se alimentan con su cabeza sumergida en el agua, moviendo sus picos de lado a lado en un movimiento de barrido mientras caminan hacia el frente, Remueven el lodo, tamizándolo con sus lenguas cubiertas de cerdas para extraer diminutos crustáceos. Algunas veces golpean con sus patas en círculos para remover el limo.
Los biólogos han descubierto que los flamencos pasan hasta el 70 por ciento de día alimentándose. El vívido color rosa salmón del plumaje de los flamencos de Yucatán es el resultado de una dieta basada en diminutos camarones de salmuera y otros crustáceos que se encuentran en esta área.
Explorando los humedales
Los pescadores del pueblo costero de Río Lagartos ofrecen paseos en lancha a lo largo de la ría o estero y a través de los manglares a las lagunas y marismas donde se alimentan los flamencos. Muchos han sido capacitados como guías ecológicos y llevan consigo listas de verificación de aves para ayudarle a identificar las especies que observe durante su travesía.
Esté atento de las garzas rojizas, grandes garzas blancas, garcetas verdes y azules, y cigüeñas al vuelo. Observará ibis, espátulas rosadas, Martín pescador, halcones peregrinos, halcones negros e, incluso, colibríes. Los más difíciles de observar son las elusivas kukas o garzas cucharón, así llamadas por sus picos anchos.
Un extraño paisaje de otro mundo
Después de recorrer el estero y atravesar los manglares conde los cocodrilos se asolean cerca del puente, su lancha entra a las lagunas someras donde se alimentan los flamencos. Además de las enormes parvadas de las brillantes aves rosadas, hay cormoranes, garzas, pelícanos blancos que vuelan al sur desde el Círculo Ártico, y skimmers, aves marinas de color blanco y negro con un distintivo pico color naranja. Las solitarias águilas pescadores patrullan los cielos, y el aire se llena de cantos, silbidos, graznidos y siseos.
En el horizonte se pueden ver los montículos de sal que se extrae de las marismas desde los tiempos de los antiguos mayas. A su izquierda en la distancia se encuentran Las Coloradas, una cadena de lagunas salinas en vívidas tonalidades de color rosa donde el agua es tan salada que se asemeja al Mar Rojo, y se dice que la arcilla blanca, rica en minerales, tiene propiedades terapéuticas.
El azul intenso de un despejado cielo tropical, los deslumbrantes cerros de sal blanca a lo lejos y las lagunas salina de color rosa brillante hacen de éste un paisaje extraño y de otro mundo.
A su regreso al pueblo de Río Lagartos, pase un tiempo en la orilla del agua observando a los pelícanos, gaviotas y águilas pescadores volando en picada en busca de presas y las lanchas de pesca meciéndose suavemente en sus amarres. Pruebe los mariscos locales, están increíblemente frescos y deliciosos.
No deje la Reserva de Río Lagartos sin visitar el pueblo de pescadores cercano de San Felipe. Sus calles de arena están bordeadas de casas de colores brillantes; aquí hay restaurantes de mariscos y la playa es el lugar perfecto para ver el sol caer sobre el Golfo de México.
Cómo llegar a Río Lagartos
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Si prefiere visitar Río Lagartos a su propio ritmo, la reserva se encuentra a tres horas y media en auto desde Cancún por la autopista de cuota o Carretera 180 hasta Valladolid y luego la Carretera 295 hacia la costa, pasando por Tizimín. Si le gustaría pasar más de un día en la reserva, hay un hotel boutique en la costa de Río Lagartos; otra opción es quedarse a dormir en Valladolid y manejar a la reserva antes del amanecer, habiendo reservado su paseo en lancha y su guía con anticipación para tener una salida temprano en la mañana.
En la Reserva de la Biósfera de Río Lagartos observará aves a cualquier hora del día, pero abundan más al amanecer y al atardecer cuando vuelan de regreso para descansar.